Todo comenzó hace unos años, cuando con un grupo de adolescentes que trabajaban en las calles, iniciaron, como una experiencia solo de aprendizaje, la elaboración de pan dulce. Empezaron con un horno y una mesa para amasar.

El resultado fue bueno. Los adolescentes sintieron que eran capaces, que podían organizarse para hacer algo distinto a lo que todos esperaban que hicieran: que siguieran en las calles. Y lograron vender mucho pan dulce. Allí surgió la idea de buscar el equipamiento para iniciar un emprendimiento para que los adolescentes, especialmente las mujeres, no tuvieran que salir a las calles o no necesitaran ir al mercado para ayudar a su familia.

A cuatro años de la iniciativa ya pasaron 25 adolescentes y 15 madres que gracias a la autogestión están transformando sus vidas, dejando la venta en la vía pública y accediendo a mejores condiciones de trabajo. Ya cuentan con un capital de G. 12.000.000. La ganancia se la dividen después de cada trabajo en partes iguales, según indicó Julio César Núñez, coordinador del Programa Emprendimientos Económicos, de la organización no gubernamental (ONG), Calle Escuela.

Añadió que desde Calle Escuela consiguieron, con el apoyo de una organización suiza que se llama “Mate Cocido” comprar un horno eléctrico, una amasadora, una mezcladora, y luego fueron creciendo con el apoyo de organizaciones solidarias como la Iglesia Evangélica del Río de la Plata. Con eso pudieron arreglar una parte de la infraestructura edilicia que ocupan, ubicada en el mismo local de la ONG.

Núñez agregó que con el lema: “Productos NATs, por un trabajo digno y por la dignificación de los Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores”, comenzaron un emprendimiento de panadería y servicio de catering (desayuno, almuerzo, cena, servicio de cafetería, para seminarios y congresos) que hoy ya cuenta con RUC (a nombre de una de las mamás), tienen una cuenta en el banco, y buscan funcionar de manera de manera autónoma. Además tienen la intención de que más niños trabajadores puedan integrarse en el empredimiento. Actualmente son cuatro adolescentes, niñas y dos mamás las que trabajan de manera permanente, y luego se incorporan otros cuando hay más trabajo. Hacen pan dulce, chipa, budines y panes, servicio de desayuno, almuerzo y meriendas para eventos.

Pero no todo es trabajo: las niñas estudian y van al colegio. Este es un requisito fundamental, para estar en el emprendimiento. Actualmente un grupo de madres y un papá se están capacitando en panadería con un docente del SNPP, tres veces por semana. Las mamás ya están haciendo tartas, panes y bollos para vender en sus comunidades.

María Ozuna (17) vive en Tres Bocas, Fernando de la Mora. Hace 3 años está en el proyecto. Se capacitó en panadería y confitería. “Los talleres son muy importantes porque me capacitan para ser independiente y ganar mi plata, trabajando en casa, sin salir a la calle”, resaltó María, quien también forma parte de la Coordinación Nacional de Niños y Niñas, y Adolescentes Trabajadores. Dijo que son siete hermanos. Estudia el segundo año del bachillerato en Ciencias Sociales. Y está feliz porque ya tiene un trabajo fijo y seguro.

“Me gustaría que más adolescentes trabajadores tengan la oportunidad que tengo. El único requisito es seguir estudiando, ser responsable y perseverante para dejar la calle”, resaltó y agregó que vive en el Asentamiento 9 de Marzo.

“En CONATS aprendí a expresarme mejor y a conocer mis derechos y mis obligaciones como adolescente y eso me está abriendo camino en la vida”, dijo.

Ramona García (18) hace 3 años que forma parte del proyecto de CONATS. Ya aprendió a preparar bocaditos dulces y salados, panes y chipa. También está en segundo año de Ciencias Sociales. “Nos capacitamos frecuentemente y eso me gusta. A veces ganamos 50 a 100.000 guaraníes. Nos estamos preparando para tener nuestra propia empresa familiar, para no trabajar más en la vía pública”, apuntó y añadió que vive en Fernando de la Mora y son ocho hermanos.

Cristina Aquino (40) mamá de 6 hijos, vive en Reducto, San Lorenzo. Hace 1 año que trabaja en el proyecto. Vendía frutas, verduras y choclo en el Mercado de Abasto con sus hijos. “Todos mis hijos estudian y ya no hacen venta en la vía pública. Eso me alegra porque hay mucho peligro en la calle. Ahora mis hijos y yo llevamos una vida más digna. Me gustaría recibir más pedidos para mejorar nuestra ganancia y que más niños puedan entrar al programa. Se reciben pedidos a Tel: (0971) 790 794 y (021) 507 477”, expresó.

 

Fuente: abc Color

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